Nota de Pablo Abram publicada en IProfesional. En el tejido social argentino, la realidad de aquellos que enfrentan dificultades económicas es un tema urgente y complejo. La situación de las familias con bajos ingresos o en condiciones de pobreza es una preocupación que no puede ser ignorada. Sin embargo, tras la oscuridad de la adversidad, emerge un rayo de esperanza. Un espíritu de lucha y un deseo ferviente de progresar palpita en el corazón de quienes enfrentan esta mala situación.
Esto se revela una encuesta realizada por la Fundación Libertad y Progreso en dos barrios carenciados en La Matanza y Morón en los meses de diciembre y enero último.
Los números revelan una dura realidad: el 52% de las familias encuestadas batallan todos los meses para llevar suficiente comida a su mesa, y para el 31% la dificultad es frecuente. La incertidumbre de poder cubrir sus necesidades es una carga pesada para muchas familias argentinas.
No obstante, la realidad cotidiana es dura. El 71% de las personas en esta situación subsisten gracias a planes de trabajo, bolsas de comida y/o la asistencia de comedores. La falta de empleo y la crisis económica son señaladas como consecuencia de políticas fallidas del pasado, dejando un amargo sabor de frustración y angustia en la boca de quienes luchan por salir adelante.
Sin embargo, detrás de esta lucha diaria, hay esperanza. El 62% de los encuestados creen firmemente que un cambio en las políticas podría allanarles el camino hacia un empleo digno y, por ende, sacarles de la pobreza.
Rechazo al asistencialismo
Esta convicción desafía el estigma de la pasividad atribuida a los beneficiarios de subsidios. De hecho, el 84% reconoce la insostenibilidad de los subsidios a largo plazo y aboga por soluciones más sustentables, como nuevas medidas políticas que fomenten los emprendimientos, la capacitación en oficios o la inserción en empleos formales.
Los pobladores del conurbano bonaerense manifiestan una percepción de agotamiento en el esquema asistencialista
Además, subrayan la importancia de una educación mejorada para sus hijos, aspirando a que estos tengan oportunidades que ellos no tuvieron.
La encuesta revela un panorama alentador: el 67% de los encuestados confía en que eventualmente podrán acceder a un empleo digno y dejar atrás la pobreza. Esta cifra refleja una fe firme en el potencial de cambio y superación, incluso en medio de circunstancias adversas.
En Argentina, la situación económica de las personas con bajos ingresos o en situación de pobreza es un desafío que requiere atención y acción. Sin embargo, detrás de las cifras desalentadoras y las dificultades cotidianas, late un corazón lleno de esperanza y determinación.
La búsqueda de un empleo digno y la fe en un futuro mejor son los motores que impulsan a estas personas a seguir adelante, desafiando las adversidades con coraje y optimismo. Es hora de escuchar sus voces, de tenderles una mano y de trabajar juntos hacia un futuro más próspero para todos.
Cambio de percepción
Tras 40 años de democracia, queda claro que la deuda de la clase dirigente con los más pobres persiste. Los barrios que eran pobres hace 40 años hoy son más extensos y carenciados. La promesa del «Estado presente» ha trazado una pobreza estructural que las mismas estructuras de poder se han encargado de clientelizar, pulverizando las políticas públicas para el progreso de la Nación.
Los barrios de Morón y La Matanza, que seleccionamos para esta investigación, dan cuenta de la realidad de millones de argentinos, en su mayoría concentrados en la Provincia de Buenos Aires.
Existe una esperanza latente y concreta. Los encuestados reconocen un cambio de rumbo y, naturalmente, su sacrificio, pero las familias dejan entrever que hay un factor que es distinto: una esperanza fundada, la verosimilitud en la retribución después de tanto sacrificio. Los túneles sólo se reconocen por tener una entrada y una salida.
La encuesta refleja que persiste una esperanza de ascenso social basada en el empleo formal
Hay una generación entera de personas que nunca pudo advertir en qué momento entró en la decadencia, pero con la diferencia de que hoy pueden advertir algo de luz y un camino a recorrer. La esperanza de tener un trabajo formal es hoy una posibilidad concreta que se materializa en los dos instrumentos que hoy los espacios de la oposición buscan menoscabar a como dé lugar. Algo de esto se percibe en nuestra investigación.
No hay una gran noción sobre las formalidades del DNU o de la Ley Ómnibus, sino la noción de que con más libertad será posible emplear y ser empleado, comprar y vender, emprender, comprar materiales para edificar una casa sin tener que estar viendo si los valores aumentan en una semana y en un día.
Esto tiene que ver, desde nuestro punto de vista, con que por primera vez hay una figura en la cabeza del poder ejecutivo que reconoce el problema de la población, anuncia un diagnóstico y lleva adelante las mismas medidas que anunció a lo largo de su campaña.
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