Un informe de FABA advierte que «se torna necesario realizar ajustes, marco en el cual ya resulta muy claro que también el Gobierno debe tomar resoluciones como por ejemplo, inyectar financiamiento para mantener la accesibilidad de la población a la salud».
(FABA Informa) Las tasas de uso bioquímicas, por varias razones concluyentes, vienen experimentando en los últimos tiempos, un crecimiento continuo y que pone en jaque la financiación de los sistemas contractuales con distintos financiadores, especialmente aquellos que son capitados.
Esta cuestión, como se ha dicho en numerosas ocasiones desde estas mismas páginas, conspira gravemente contra la remuneración profesional, particularmente en el caso del convenio con el Instituto de Obra Médico Asistencial, en cuyo marco se incrementó en el convenio a lo largo de muchos años y especialemente en las prácticas de mayor complejidad, lo que representó una caída en el ingreso real del profesional del laboratorio a pesar de un exiguo reconcimiento en los últimos meses
También el mismo problema se plantea en los sistemas de pagos por prestación sin posibilidad de auditar por parte de las Obras Sociales, y que en el momento de solicitar el ajuste arancelario argumentan no tener las herramnietas necesarias para controlar la prestación, y se niegan a concederle lo que consideramos justo. Ante este nuevo escenario distintos sistemas financiadores han solicitado a nuestra insititución la auditoría de FABA, solicitud que se ha comenzado debatir internamente.
De un rápido análisis se infiere que el excesivo incremento de las tasas de uso bioquímico se deben a distintos factores. Uno de ellos es la denominada “medicina defensiva”, es decir, la actitud de los médicos que con el objeto de ponerse a salvo de la llamada “industria del juicio” (denuncias por mala praxis) piden análisis clínicos a raudales.
Otro aspecto es la mayor información médica que en estos tiempos tiene un número creciente de pacientes que solicitan a su médico la realización de ciertas determinaciones de laboratorio.
En un plano más general, también hay que hablar del encarecimiento constante de la medicina de alta complejidad, con nueva y costosa aparatología, que en algunos ámbitos se conoce como “inflación médica”, aspecto que encarece el sistema sanitario, especialmente el privado. Tampoco hay que dejar de mencionar la “porción de la torta” correspondiente a los laboratorios de productos medicinales, a cuyo avance en los precios, a través de distintas modalidades, pareciera que nadie pudiera frenar.
La situación en su conjunto lleva a que muchas obras sociales, cuando los bioquímicos reclamamos ajustes por tasas de uso, se nieguen a realizar los ajustes en la medida esperada, ya que el volumen de los ingresos flaquea progresivamente.
Así las cosas, tal como la FABA lo viene advirtiendo desde hace años, el sistema comienza a hacer agua y se torna necesario realizar ajustes, marco en el cual ya resulta muy claro que también el Gobierno debe tomar resoluciones como por ejemplo, inyectar financiamiento para mantener la accesibilidad de la población a la salud.
Con IOMA
Para los bioquímicos, como se dijo, resulta particularmente grave que la tasa de uso sea excesiva en los casos de los convenios capitados, especialmente con el IOMA que numéricamente es el más importante.
A mediados de octubre el Instituto convocó a la Federación Bioquímica a un encuentro conjunto con la totalidad de las entidades médicas de la Provincia con las que mantiene convenios prestacionales, para plantear la necesidad de buscar en forma conjunta entre todas las partes la instrumentación de un sistema de protocolización de las órdenes de análisis clínicos, posición que FABA, desde luego, apoya.
Con PAMI
Otro claro ejemplo de los graves prejuicios que ocasiona al bioquímico bonaerense una tasa de uso excesiva en convenios capitados es lo que ocurre con el PAMI.
La obra social de los jubilados, como se sabe, reconoce un valor capitario determinado en función de cierta tasa de uso, y cuando se brindan prestaciones por sobre la tasa de uso acordada, se pagan las determinaciones mediante las conocidas tasas de incentivo.
Si este sistema funcionara adecuadamente no habría mayores problemas, pero el PAMI debe las tasas de incentivo del año pasado (ver Contratapa), con lo cual la retribución profesional queda completamente desnaturalizada no sólo por el volumen de la deuda acumulado en tanto tiempo, sino además, y tal vez más gravemente, por la inflación.
Fuente: Consenso Salud